La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, se pronunció este domingo sobre los señalamientos que recibió el expresidente Felipe Calderón en un acto público en Oviedo, España, donde manifestantes lo acusaron de corrupción, complicidad con el narcotráfico y su papel en el conflicto poselectoral de 2006. Para la mandataria, más allá de las protestas, lo relevante es que Calderón llegó a la presidencia mediante un fraude, y su legado sigue marcado por decisiones que derivaron en una ola de violencia que persiste hasta hoy.

Sheinbaum recordó que, apenas asumido el cargo, Calderón declaró una “guerra contra el narcotráfico” que, lejos de contener la violencia, desató una etapa sangrienta en el país. Criticó especialmente que esa estrategia estuviera encabezada por Genaro García Luna, quien actualmente enfrenta una condena en Estados Unidos por sus vínculos con el crimen organizado. La mandataria calificó esa guerra como un acto que colocó al país en un “estado de excepción”, con ejecuciones extrajudiciales y violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Además, la presidenta cuestionó que Calderón, actualmente radicado en España, milite en grupos de ultraderecha y emita declaraciones que —a su juicio— reflejan un pensamiento conservador y autoritario. Citó como ejemplo su afirmación de que es una lástima que Estados Unidos no intervenga en México, lo que —dijo— sugiere que durante su gobierno sí hubo injerencia extranjera directa.

Sheinbaum cerró su respuesta defendiendo su propuesta de reformar el Poder Judicial para que los jueces, magistrados y ministros sean electos por voto popular. Rechazó las críticas de sectores conservadores que, según dijo, temen perder sus privilegios e impunidad. Subrayó que el nuevo modelo busca una verdadera independencia judicial, en la que los juzgadores respondan directamente al pueblo y no a intereses económicos o políticos.