Life of Pi. Una Aventura Extraordinaria.

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Por: SERGIO BUSTAMANTE.

Después de una ausencia de tres años, Ang Lee regresa a la dirección cinematográfica con un proyecto no sólo adecuado en términos comerciales, sino también para el tiempo supuestamente apocalíptico que vivimos.

Life of Pi o como horrible y genéricamente se le título: Una Aventura Extraordinaria, narra la historia de Piscine Patel; Pi, un adolescente hindú que después del hundimiento del buque en el que viaja junto con su familia y un zoológico, naufracinega en el océano pacífico con la única compañía de un tigre de Bengala llamado Richard Parker.
El planteamiento, en principio, supone un desafío interesante para un guionista y director. ¿Cómo crear una trama plausible y entretenida con dos personajes en un mismo y reducido espacio? ¿Cómo darle efectos dramáticos?.
Vale decir, antes que nada, que Life of Pi es una adaptación de la novela del mismo nombre del escritor Yann Martel. Existe ya un filtro que facilita el planteamiento dramático y la historia en general, independientemente de qué tan fiel o no, se quiera ser a la novela. De cualquier forma, Ang Lee lleva más lejos la fidelidad y se decanta por lo que a él le acomoda; la óptica espiritual de la trama.

Lo que para muchos pueda resultar en un primer acto tedioso o largo, es necesario. Conocemos a Piscine o Pi de adulto. Ese adulto cuenta su historia a un escritor frustrado en busca de inspiración. Durante esa narración el Pi adulto se transforma en personaje autodiegético y da paso a Pi, el niño. Se nos cuenta su origen y dudas sobre la vida. Dichas dudas lo llevan a toparse con religiones tan opuestas como el cristianismo, el hinduismo y el islam. La inocencia del chico desemboca en creencias y rezos mezclados que chocan con la visión pragmática y científica de su padre.
Cuando Pi es adolescente tiene más claro el concepto religioso, es un joven reflexivo. Su desarrollo y educación lo ponen encima del resto, hasta de su propio hermano. Pi aún es curioso, aún cree en dios aunque no sepa en cuál ni cómo es.
Pi, el adolescente, se verá enfrentado a todo lo que él creía saber de la fe y dios desde el momento en que queda varado sobre esa lancha a la mitad del océano con nada más que la compañía de un tigre de bengala.

Todo ese preámbulo monta el escenario para contarnos una historia que está por encima de ser sólo “una aventura extraordinaria”. La historia de Pi es sobre los alcances de la fe y la imaginación. Y lo que tiene de “extraordinario” no es que un chico sobreviva en medio del mar con un tigre, sino el poderoso arte visual que su director emplea para narrarlo.

Ang Lee decidió que esta era la película ideal para debutar en el 3D y no erró. El uso de la tercera dimensión no va sobre arrojar elementos fuera de la pantalla, sino sobre crear texturas y composiciones, apoyos visuales a una narración de por si sentimental, incluso manipuladora.
Siendo que gran parte de la historia se desarrolla en el agua (mar, lagos y piscinas), Ang Lee abre su cámara. Inunda de paisajes y nos receta enormes planos generales, grandilocuencia visual y stills llenos de colores y profundidad. Si eso no fuera suficiente, hace del 3D una herramienta narrativa; disolvencias, elipses y contraposición de imágenes para darle más fuerza a su personaje estrella: Richard Parker.

Richard Parker, el tigre de Bengala, es un logro similar a Cesar de Rise of the Planet of the Apes (Rupert Wyatt, 2011). Una CGI con más vida que la otorgada por una computadora. Richard Parker es un protagonista, no un personaje periférico. Por momentos olvidamos su condición animal no porque haya una metamorfosis, sino por la interacción con Pi, por la pareja que forman y porque sus acciones, (las de Richard) definen buena parte de la historia.
Una historia que contrario a su “discurso religioso”, no incomoda a agnósticos, ni a creyentes. No tendría por qué.

La razón es que Life of Pi no es sobre un dios en específico ni en general, sino sobre un concepto de fe; de prueba de fe. El cine como manipulación sana, y con un uso perfecto de su lenguaje. Una historia para interpretar lo mejor de ella y para explicar, como dice la madre de Pi, lo que está abajo y la izquierda, lo que la mente no puede.

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