Silver Linings Playbook. Los Juegos del Destino.

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Zacatecas, Zac.
viernes, Jun 6, 2025
Vayamos por partes. Primero, un ejemplo burdo.
De acuerdo con la última edición de la Real Academia Española, entre los diversos conceptos de catarsis está el siguiente:
Catarsis.- Eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso.
Por el momento, quedémonos con ese para ejemplificar este filme.
Ahora, una pregunta: ¿Cómo se llega a ese estado? Mejor dos. ¿De qué forma eliminar esos recuerdos? ¿Son dañinos al humano y la mente si no somos capaces de lograrlo?
Para responder, propongamos una hipótesis. La catarsis, muy pocas veces o casi nunca, se logra de forma voluntaria. Es un estado que se alcanza cuando experimentamos eventos tan sublimes como escuchar en vivo la canción favorita de nuestro artista favorito y bailar desaforadamente, un momento único e irrepetible, minutos que nos alejan de la realidad. O en el otro lado de la moneda, eventos tan traumáticos como por ejemplo llegar a casa y encontrar a nuestra pareja bañándose con otra persona. Para agregar drama a la escena pongamos un anillo en el dedo anular de ambos y que de fondo suene la canción que se bailó en la boda.
Lo que viene después puede desembocar en una tragedia, incluso no habiendo ninguna muerte de por medio.
Despertar de esta tragedia puede llevar meses. A Pat Solatano Jr. (Bradley Cooper), por ejemplo, le toma 8 meses. Al menos eso es lo que cree.
Pat, maestro de profesión, no pasó dormido o en un estado de coma esos meses. Ese el tiempo que Pat fue huésped de un hospital mental en Maryland por orden de un juez. Después del evento traumático que lo llevó ahí y haber cumplido (en apariencia) las reglas, los medicamentos, las terapias, etc, Pat está listo para partir, para continuar con su vida.
Bastan unos minutos del viaje de regreso a Filadelfia y la llegada a casa de sus padres ―donde vive― para saber que no es así. Pat no está ni siquiera cerca de estado óptimo. Tal vez la catarsis de Pat apenas esté por venir, tal vez involucre la ayuda de otras personas. El problema es que nadie parece estar listo, ni sus padres, específicamente el papá.
Todo este primer acto plantea un drama. Nos hace creer que Silver Linings Playbook, la tan elogiada última película de David O. Russell no es la comedia que nos han vendido en los medios. Nos lleva incluso a elaborar una nueva definición.
Catarsis.- Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones.
Claro, esto es sólo una introducción.
Silver Linings es una metáfora anglosajona que remite a la ilusión. Por cada nube, viene un rayo de sol, por muy soso que suene: un rayo de esperanza.
Pat, dentro de toda su locura, tiene un gran optimismo. Cree fervientemente que la nube que cubre su vida pasará pronto si pone todo el empeño en recuperar a su esposa; su rutina. A veces eso no es suficiente, tal vez tiene que nublarse todavía más. Cuando Pat conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence) lo sabe. Tiffany, una chica con un desequilibrio tan severo como el de Pat, está destinada a poner su vida aún más de cabeza.
Es a partir de estos desencuentros, Pat y su familia; Pat y Tiffany, que Russell empieza a entretejer su melodrama, uno donde las situaciones incomodas provocan una ligera sonrisa y donde la entrada y salida de personajes, contra la regla, van aportando fuerza al nudo central, alimentado a los protagonistas.
Pat y Tiffany necesitan de esos personajes secundarios (que a veces no duran ni dos minutos en pantalla) para dibujar su personalidad. Los vamos conociendo, o eso creemos. Compadeciéndolos. Somos confidentes de una trama cómica y por demás ligera que, sin embargo, está muy bien detallada. Tiene fuerza. Y lo mejor de todo: Absolutamente plausible.
Silver Linings Playbook funciona en varios niveles precisamente por lo terrenal de sus personajes, de sus situaciones.
Somos ubicados en esta familia de clase media que está alejada del estereotipo de Hollywood, de las comedias románticas. Y es que Silver Linings no lo es. No hay profesionistas jóvenes exitosos en sus lofts, ni padres en un retiro idílico. El único amigo de Pat es infeliz en su jaula de oro. Y Pat no vive solo, no puede. Aquí son los suburbios. La pesadez de la normalidad apabulla. Confronta.
Pat Senior saca de quicio. Su desorden obsesivo compulsivo es familiar. Su pasión desmedida por el fútbol americano, las apuestas y por grabar los juegos huele a casa, a conocido.
Por otro lado está Tiffany, cuya femineidad atrae en el aspecto incorrecto. ¿Cómo puede ayudar a nuestro personaje una chica tan desequilibrada como él? Una chica que lo mete en problemas al primer cambio.
Russell se encarga de mostrarnos el camino. Pone a esta “pareja” en el centro de su mundo y lleva la acción con tal soltura que cuando menos lo esperamos estamos ante la comedia, sí, una romántica si se quiere, pero filosa. Y mucho.
El apoyo que recibe Russell (o da) de sus actores es monumental. Por un lado está Robert de Niro como el padre de Pat; Pat senior. Olvidémonos del llanto, por fin tuvimos la oportunidad de ver a un De NIro matizando ampliamente, como hace muchos años no lo hacía. Pero en definitiva la cereza de este pastel tiene nombre: Bradley Cooper.
De ser la cara bonita de la comedia y el suspenso, pasó a ser un actor. Y de qué forma. Cooper logra una interpretación tan formidable que conmueve. Está loco, incomoda, hace las cosas mal, y lo amas. Sin necesidad de transformación física ni de drama. Pura fuerza interpretativa.
En cuanto a Lawrence, anteriormente en este espacio ya se ha dicho todo. Desde la chica que con su esplendor se robó The Hunger Games (2012), hasta la hermana mayor y “madre” imperturbable de Winter’s Bone (2010). ¿Sobrevalorada? No, no aún. ¿Qué tan bien lo hace? Nada más diremos que en una de las escenas primordiales confronta a De Niro. Lo envuelve en su procedimiento y lo obliga a darle réplica, lo levanta y no al revés. En contexto del guión, sí; ¿Pero cuántas actrices de 22 años pueden presumir de eso?.
Una última contribución digna de mencionar es que Russell, al momento de adaptar (Silver Linings Playbook es una novela) mejoró detalles como por ejemplo el ”detonante” que representa la melodía “My cherie amour” de Stevie Wonder.
Una canción suave y romántica que nada tiene que ver con el efecto que produce en Pat y en menor medida en nosotros. Para ser justos, tal vez esto sea un homenaje a Cameron Crowe, quién fue el primero que le vio ese potencial anti climático a la Kubrick en una escena de su obra maestra, sí, maestra: Almost Famous (2000). Pero aquí, por segunda vez, funciona muy bien. Como lo hace de hecho todo el soundtrack. Una canción de los White Stripes, por ejemplo, podría no volver a ser la misma.
Si Silver Linings Playbook cae en la congratulación durante sus últimos minutos, no está en este texto decidirlo. El fondo de este filme no lo permite. Pero es un hecho que estamos ante un producto que en diciembre estará entre lo mejor del año.
Tal y como jueces en un concurso de baile, es el público quien tiene que decidir. Emitir una calificación. Aunque tal vez este filme no busca el diez, sino solamente una nota aprobatoria, una nota que en el fondo deje un mejor sabor de boca que la mención honorífica. Razones hay muchas, e interpretaciones finales, también.
Hablando de finales, cerremos este texto con uno más adecuado.
Catarsis.- Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia de vida profunda.