¿Y tú ya sabes para qué sirve un juez… o vas a esperar a necesitar uno?

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Zacatecas, Zac.
domingo, May 18, 2025
Por Carlos E. Alvarado Márquez.
Si uno creyera lo que dicen ciertos políticos en campaña (y en gobierno), pensaría que el Poder Judicial Federal es una especie de spa con toga, donde jueces se abanican con la Constitución mientras cobran por hacer nada.
¡Pobres gobernantes!
Qué difícil ha de ser mandar en un país donde alguien todavía se atreve a decirles: “Eso no se puede”. Y no con gritos ni pancartas, sino con algo más molesto: la ley.
Vamos desde el principio: ¿Qué demonios es el Poder Judicial? No, no es un adorno de la República, ni una oficina de trámites aburridos, es el último muro entre tu libertad y el abuso, es el poder que no obedece al poder, el único que no hace política, sino justicia, ese que está diseñado para decirle al Ejecutivo “tú no puedes hacer eso”, y al Legislativo “esa ley está mal”. Es la piedra de David contra Goliat… pero con toga y expediente.
¿Y qué hace el Poder Judicial Federal en Zacatecas? Aquí, donde a veces parece que el poder lo administra el olvido, los jueces federales no se doblan.
Otorgan amparos a jubilados a quienes el ISSSTEZAC les niega su pensión, frenan impuestos inconstitucionales que inventan con la esperanza de que nadie reclame, obligan a hospitales a dar medicinas y tratamientos integrales a niños y pacientes vulnerables, porque aquí la salud no se mendiga, se exige. Y sí, también paran obras ilegales, como segundos pisos construidos al vapor y sin estudios.
En Zacatecas, el juez federal ha sido el último recurso… y la única esperanza.
Porque no necesitas ser abogado para beneficiarte de un juez, solo necesitas ser persona… y vivir en un país donde el poder a veces se le va la mano.
¿Por qué incomoda tanto el Poder Judicial? Porque no se calla, porque no aplaude como foca, porque a veces le dice al gobierno lo que nadie más se atreve: “Estás violando derechos humanos.” Y eso, en un país con tentaciones autoritarias, es imperdonable.
Claro, el Poder Judicial no es perfecto, tiene vicios, tiene lastres. Hay jueces malos, como hay médicos corruptos y maestros flojos. Pero eso no justifica demoler el hospital porque no te gustó el doctor.
¿Y la reforma judicial? No estamos peleados con la idea de reformar, sí, hace falta mejorar muchas cosas. Pero que no se disfrace de modernización lo que huele a castigo, lo que se parece más a una purga que a una propuesta.
Si de verdad el pueblo quiere una reforma, que salga a votar. Que lo haga con libertad, con información y con conciencia, pero que vote por los mejores, por mujeres y hombres valientes, con vocación, no por jueces de consigna ni vendidos al régimen.
Porque cuando el último juez libre sea reemplazado por uno leal… no habrá ley, amparo ni sentencia que te proteja. Solo silencio. Y miedo.
Porque cuando el poder se queda sin frenos, el que termina arrollado… eres tú. Así que la próxima vez que escuches a alguien decir que los jueces estorban, pregúntale: ¿Y tú, ya sabes para qué sirve un juez… o vas a esperar a necesitar uno?